¡Unidos somos más fuertes!

Seleccione su idioma

Terrazas del Rodeo

ABC - Historia

Historia
  • Fue una jornada muy especial, ¡la de la paga! Tanto, como para que un cronista clásico de la talla de Flavio Josefo dejara constancia de ella en sus textos. Corría el 70 d. C. y, en mitad del asedio de Jerusalén, el emperador montó una ceremonia con pompa y tambores para entregar la soldada a sus legionarios. «Ordenó a sus oficiales que formasen las tropas y repartiesen el dinero a cada hombre a la vista del enemigo. Las tropas, como era costumbre, sacaron sus armas de donde estaban guardadas y avanzaron vestidas con cota de malla. Nada era más gratificador para los romanos que esta imagen», escribió. Y eso que, aunque cueste creerlo, no cobraban demasiado... La existencia de Roma,... Ver Más
  • Fue tal día como hoy, hace ya ocho largas décadas. «La bomba atómica es una realidad. El presidente Truman ha anunciado, por mediación de la Casa Blanca, que ha sido utilizada por primera vez contra el Japón con una potencia igual a 20.000 toneladas de trinitrotolueno», explicaba el diario ABC el 8 de agosto de 1945. El político norteamericano especificó, a través de una declaración institucional, que su caída sobre la ciudad de Hiroshima suponía por un lado «la utilización del poder básico del universo», pero también «una victoria en la carrera emprendida con los hombres de ciencia alemanes para encontrar la forma de dominar y poner en acción la energía atómica». No le faltaba razón, pues el Reich había iniciado en 1939 su particular carrera por obtenerla. Una en la que salió perdedora. La historia de cómo Alemania luchó para obtener la bomba atómica arrancó en 1939, después de que Adolf Hitler atacara con sus panzer a la maltrecha Polonia. Fue en ese momento cuando Peter Debye, director del Instituto Káiser Guillermo de Física –una de las instituciones más respetadas en la materia del país–, recibió una carta del 'Führer' informándole de que, en lo sucesivo, su organismo dejaría a un lado las investigaciones tradicionales. «El 16 de septiembre le dijeron que el Instituto Káiser Guillermo de Física quedaría destinado a fines 'tecnológico-militares y actividades relacionadas con la economía de guerra'», explica Philip Ball en 'Al servicio del Reich. La física en tiempos de Hitler'. Al genio no debió de gustarle la idea, pues se marchó a toda velocidad a Estados Unidos para vender allí sus secretos militares. Dejando a un lado este cambio de chaqueta, los alemanes se vieron obligados a sustituir a su antiguo director por Werner Heisenberg . Y este, como cabía esperar, heredó las tareas que le habían sido encargadas a su predecesor. La primera fue mantener la gran ventaja que tenía Alemania con respecto al resto de sus competidoras, a la que adelantaba varios años en lo que a ciencia se refiere. Y no es baladí. Según explica el físico español Francisco José Ynduráin en su dossier ' El club del Uranio de Hitler y el programa atómico alemán en la IIGM ', en los años 20 y 30 la ciencia alemana dominaba la física y la radioquímica mundiales. A su vez, Heisenberg recibió el encargo de analizar las investigaciones de Fritz Strassmann y Otto Hahn, quienes habían descubierto en 1938 que era posible dividir –o fisionar– el Uranio bombardeándolo con neutrones. Aquello era clave, pues varios expertos ya habían informado a Hitler de las posibilidades que implicaba este descubrimiento: desde crear energía a fabricar armas. En base a esta petición, varios miembros del instituto y otros tantos colegas crearon el ' Club del Uranio ' ('Uranverein'), una organización con dos misiones: usar la energía nuclear para elaborar un explosivo con «un poder destructor desconocido hasta hoy» (como afirmó Heisenberg) y crear un reactor –'Uranmaschine'- que pudiera generar energía para alimentar miles de carros de combate y submarinos. En concreto, los alemanes buscaban forjar un explosivo mediante fisión. «En estas bombas un núcleo atómico se divide en dos, ya sea de forma natural o inducida por el hombre; mediante una reacción nuclear bombardeándolo con neutrones, por ejemplo. Esto genera a su vez otros productos en la fisión como neutrones o electrones», explicaba, en declaraciones a ABC en 2015, Francisco José Ager Vázquez, por entonces profesor de física aplicada en la Universidad de Sevilla. Aunque partían de unos ínfimos conocimientos en lo que al armamento nuclear se refiere, el 'Club' arrancó sus investigaciones. En primer lugar, y tras meses de trabajo, los científicos concluyeron que existían otros elementos capaces de servir como combustible más allá del clásico Uranio 235. En la práctica, descubrieron que el plutonio, un elemento derivado del uranio, era más sencillo de utilizar que éste a la hora de producir una fisión en una bomba. Esto supuso toda una revolución para la época con la que, pensaban, serían aplaudidos por la comunidad científica. Sin embargo, lo que desconocían, y no supieron hasta el final de la contienda, es que los estadounidenses ya habían descubierto este elemento... ¡un mes antes que ellos! Con todo, los avances realizados y el que Alemania fuera por entonces una de las regiones más prolíficas en uranio provocaron que los responsables del 'Club' acudieran henchidos de orgullo a presentar sus primeras conclusiones a los jerarcas del 'Führer'. «En febrero de 1942, a petición del Consejo de Investigaciones del Reich, varios miembros del grupo impartieron conferencias ante un auditorio con conocimientos técnicos y funcionarios de alto nivel. Entre ellos, varios miembros de la plana mayor como Himmler , Goering y el jefe de armamentos, Albert Speer », añade Ball. El ministro quedó tan fascinado por la posibilidad de conseguir este explosivo que pidió ser informado del progreso con regularidad, pero no dio una mayor financiación a la investigación. No sirvieron de nada las quejas de los que criticaban que proyectos armamentísticos como el de las bombas volantes V1 y V2 disponían de más liquidez... Speer insistió en que el dinero escaseaba en tiempos de guerra. No mentía el ministro nazi, pues al poco tiempo la falta de 'cash' llevó a la Oficina de Armamentos del Reich a desvincularse del proyecto. Así pues, la investigación de la bomba atómica nazi pasó a ser un asunto civil, y no militar. Para entonces, los estadounidenses ya habían dejado atrás al 'Club Uranio' y ultimaban los detalles de su propio explosivo; un secreto desconocido por unos teutones que se vieron como genios sin competencia a lo largo de todo el conflicto. Pese a haber recibido cierta prioridad de acceso a materiales y fuerza de trabajo, el proyecto del Uranio continuó a paso lento. Los experimentos en el reactor prototipo de Berlín no comenzaron hasta finales de 1943; para entonces, muchos alemanes comprendían que la derrota militar era inevitable. «Además, hacia el final de aquel año las condiciones en la capital, especialmente los intensos bombardeos, volvieron muy peligroso y casi imposible continuar las investigaciones», explica el autor en su obra. En abril de 1945, con la llegada de los aliados al corazón del Reich y el fin de la contienda, el proyecto se dio por terminado para disgusto de muchos de los científicos del 'Club'. Habría que haber visto su cara cuando, el 8 de agosto de 1945, los Estados Unidos lograron lo que ellos llevaban años intentando.
  • Willis Carrier tenía claro cómo actuar ante un problema de altura: «Se debe uno preparar mentalmente para aceptar lo peor, y, finalmente, ya preparado y con tranquilidad, se debe tratar de mejorar lo peor». Esta fue la máxima que aplicó a principios del siglo XX, cuando la empresa de litografías Sackett & Wilhelms le pidió que ideara un sistema para controlar la humedad en sus imprentas de Brooklyn. Fue entonces, allá por 1902, cuando este ingenioso norteamericano sorteó las dificultades de la época e ideó un aparato que, con los años, se convirtió en el precursor del futuro aire acondicionado. Y vaya si le fue bien; tanto, como para ser nombrado una de las cien personas más influyentes del siglo XX por la revista Time en 1998. Pero vayamos por partes, porque esta historia le dejará a usted helado... y disculpas por el chiste fácil. Nació el genio el 26 de noviembre de 1876 en la villa de Angola, ubicada en Nueva York , y lo hizo en una familia que regentaba una granja lechera en las afueras de Buffalo. Su historia no puede ser más americana: trabajador incansable, se deslomó durante años en el negocio de su padre. Lo llamativo es que, según sus biógrafos, siempre tuvo serias dificultades para comprender conceptos como el de las fracciones. Tuvo que ser su madre quien le ayudara a entenderlo con un bote de manzanas. «Fue lo más importante que me pasó en la vida», admitió el mismo Wills. Y llevaba razón, pues años después se hizo famoso gracias a esta lección. Carrier se graduó con éxito en la Universidad de Cornell como ingeniero en 1901. Poco después, aceptó un puesto en la Buffalo Forge Company, una compañía dedicada a la producción de calefactores, por diez dólares a la semana. El salario se hallaba por debajo de los mínimos de la época, pero no podía optar a mucho más. Fue entonces cuando apareció en escena la Sackett & Wilhelms. A esta empresa, el cambio brusco de temperaturas le causaba severos problemas de impresión. El proceso, según explica el economista británico Tim Harford en sus ensayos, requería que se imprimiera hasta cuatro veces sobre un mismo papel con tintas cían, magenta, amarilla y negra. Si la humedad variaba en cada una de ellas, el papel se expandía o contraía, y eso echaba a perder las imágenes. Sackett & Wilhelms contrató a la Buffalo Forge Company para solventar este problema, y fue nuestro Carrier el que halló la solución. Una fría noche, el ingeniero obró su magia y diseñó una máquina revolucionaria. «Hizo circular el aire por unos conductos en forma de espiral que se enfriaban con amoníaco comprimido para mantener la humedad al 55 por ciento de forma constante», explica Tim Harford en 'Fifty Inventions That Shaped the Modern Economy'. Conocemos hasta el número de patente de este «aparato de tratamiento de aire»: 808897. Los impresores quedaron encantados, y los jefes de nuestro protagonista comenzaron a vender aquel ingenio a fábricas textiles, molinos de harina o la empresa Gillette , donde el exceso de humedad oxidaba las hojas de afeitar. Y de ahí, al estrellato tras adaptar aquel invento para el uso humano. En 1911, Carrier presentó ante la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos sus «fórmulas psicrométricas racionales», el secreto que todavía se utiliza en la industria. Y, cuatro años después, fundó junto a otros seis colegas la Carrier Engineering Corporation con una inversión inicial de 32.600 dólares. Una compañía que, en la actualidad, cuenta con más de 40.000 empleados en todo el mundo. Aunque no fue hasta 1921 cuando el ingeniero patentó su «máquina centrifugadora de refrigeración», considerada, ya sí, el primer método práctico para aplicar aire acondicionado en grandes superficies. J. L. Hudson fue la primera empresa en hacerse con uno. A partir de ahí, el boca a boca se extendió. En los teatros fue bien recibido; y es lógico. Desde 1806, y hasta finales del siglo XIX, la forma de enfriar estas salas sin ventanas era mediante grandes bloques de hielo aislados con serrín. Hasta tal punto se masificó su uso, que la prensa de la época barajó la posibilidad de que hubiera «escasez de hielo» en Nueva Inglaterra. Carrier acabó con esta práctica con su invento. Aunque, para ser justos, no fue él quien forjó el concepto de ' aire acondicionado' , este honor hay que atribuírselo a un ingeniero textil conocido como Stuart H. Cramer obcecado con utilizar vapores de agua para aumentar la productividad de los telares industriales. Y bien merece una línea el tipo. El siguiente paso se dio a finales de la década de los veinte. Tras fusionarse con varias empresas, Carrier forjó una corporación que tuvo claro el camino que recorrer en los años venideros. El nuevo objetivo fue acceder a cada una de las viviendas de los Estados Unidos, y se hizo mediante los 'weathermakers' individuales. El eslogan lo decía todo: «La mitad de tamaño, la mitad del precio, pero el doble de protección contra las inclemencias del tiempo». Para mayo de 1931 ya habían instalado 600 sistemas 'Carrier room weathermakers' con una tecnología que se había probado, y perfeccionado, en la industria ferroviaria. «Fuera hacía un calor infernal, dentro de los trenes, una temperatura de 24º C., fresca y agradable», admitió el propio Carrier. Y de ahí, a una actualidad mucho más fresca que en 1902. Todo ello, gracias a una mente revolucionaria que, por desgracia, permanece bajo la alfombra en nuestro país.
  • «Contra el Noi de Sucre se había atentado ya tres veces. Las dos primeras logró escapar ileso. Últimamente, había recibido un mensaje anónimo en el que se le anunciaba que, en una reunión celebrada por elementos de estos sindicatos, se había acordado la muerte de varias personas y, entre ellas, de Seguí. Durante el mandato del general Martínez Anido [gobernador civil de Barcelona] había estado confinado en la Mola. Es curioso que de los que fueron enviados a esta prisión-fortaleza de Menorca, ocho han caído ya en las calles de Barcelona». La noticia fue publicada en ABC el 13 de marzo de 1923, tres días después del asesinato de Salvador Seguí. Desde entonces, la figura de este líder anarcosindicalista, cuya muerte causó una gran conmoción en la época, sigue estando todavía de actualidad. En las últimas décadas ha recibido numerosos homenajes y los monumentos que le han dedicado en Cataluña ha sido objetivo de actos vandálicos. Hace dos años, en el centenario de su muerte, salía a la luz una novela inédita y desconocida del conocido como 'Noi del Sucre' ('Chico del azúcar') titulada 'El optimismo de Silverio Salgado'. Fue publicada dentro de una antología de los textos de su autoría. A pesar de ello, no todo el mundo conoce hoy a Seguí. ¿Qué importancia tuvo hace un siglo para que todavía hoy siga siendo objeto de amores y recelos? Su historia comienza en el Lérida, en 1887, donde vivió su infancia en aquella España de la Restauración marcada por el conflicto social y los continuos cambios de Gobierno que pactaban los dos principales partidos. Los enfrentamientos callejeros, incluso entre colectivos afines, eran el pan de cada día en aquellos primeros día de los movimientos obreros y sus luchas por conquistar derechos y mejoras salariales. La fractura social era tan grande que el país vivió amenazado por el estallido de una guerra civil hasta 1936. Así lo demuestran los asesinatos de los presidentes José Canalejas , en 1912, y el de Eduardo Dato , en 1921, que fueron acribillados a plena luz del día en la Puerta del Sol y la Puerta de Alcalá, respectivamente, por anarquistas . El de Salvador Seguí fue, sin duda, uno de los crímenes más importantes de la época. Un año después, ABC lo incluía entre los 'Muertos más notables de 1923' , junto al presidente de Estados Unidos, Warren G. Harding; el expresidente del Gobierno de España, Manuel Allendesalazar; el pintor Joaquín Sorolla o la actriz Sarah Bernhardt, una de las más aclamadas del mundo a finales del siglo XIX y principios del XX. En la edición republicana de este diario todavía se le recordaba en 1937, en plena Guerra Civil, como «una gran figura del sindicalismo español» y una fotografía a toda página. De hecho, en 1983, la placa conmemorativa colocada por el Sindicato de Cuadros de Cataluña, con motivo del 60 aniversario de su muerte, fue destruida poco tiempo después de su inauguración. En el lugar donde se hallaba, aparecieron pintadas las iniciales de la CNT y la siguiente reivindicación: «Seguí era anarquista y no nacionalista», como si el enfrentamiento siguiera vigente. Desde entonces se le han dedicado también una plaza y una fundación en la Ciudad Condal y su vida se ha contado hasta en novelas históricas como 'Apóstoles y asesinos: vida, fulgor y muerte del Noi del Sucre' (Galaxia Gutenberg, 2016), de Antonio Soler. Lo cierto es que Seguí fue un importante dirigente de la CNT que buscaba la transformación radical de la sociedad. El sustento se lo ganó como pintor, la profesión que ejerció toda su vida, a pesar de haber dado rienda suelta a sus inquietudes políticas desde muy joven. Abrazó, sobre todo, las ideas libertarias y de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia. De ahí que propulsara la formación y la educación de las clases obreras como sus principales armas. Fue igualmente presidente del Ateneo Sindicalista e impulsor de la organización y el diario 'Solidaridad Obrera'. Y, a pesar de haber sufrido dos atentados antes de su asesinato, se opuso muchas veces a las acciones más violentas llevadas a cabo por sus compañeros de la CNT. Eso no implica que no fuera un luchador convencido. Fue detenido en diversas ocasiones a causa de su actividad anarcosindicalista, como ocurrió en la huelga de La Canadiense de 1919 y cuando fue deportado al castillo de la Mola junto con Lluís Companys y otros sindicalistas en noviembre de 1920. Se trataba de la prisión-fortaleza de Mahón, donde fueron a parar los disidentes políticos de la Restauración. Véase, los independentistas cubanos y filipinos, los militares rebeldes, los republicanos y, por supuesto, los socialistas, comunistas y libertarios. Más tarde, la misma cárcel albergó a franquistas y simpatizantes del golpe de Estado. En 1930, el diario 'El Sol' publicó 'España bajo la dictadura, siete años sin ley' , una monografía en la que se analizaba el golpe de Estado de Primo de Rivera y la guerra entre la CNT y los Sindicatos Libres carlistas en aquella Barcelona de pistolas y huelgas. El texto decía: «Ya en febrero de 1923, apenas iniciada la política social que se proponía realizar el nuevo Gobierno, pudieron regresar a Barcelona muchos de los sindicalistas que habían huido durante la época del Gobierno conservador. Como era lógico, los [anarquistas] más exaltados creyeron que llegaba la ocasión de tomar represalias contra sus competidores de los Sindicatos Libres. El vicepresidente de uno de estos, José Martín Arbonés, empleado del Banco Hispano Americano, fue la primera víctima de esta nueva etapa de terror. Aquel mismo día fue asesinado también un obrero que estaba tranquilamente sentado en un bar de la calle de Vilamarí. A partir de ese momento, la lucha entre ambos sindicatos y los planes de exterminar a los patronos alentados por pistoleros profesionales llegaron a extremos de crueldad que no habían sido superados hasta entonces». A continuación, explicaba: «A los pocos días, el 10 de marzo, marchando a las siete y media de la tarde por la calle de la Cadena, el 'Noi del Sucre' y un obrero que lo acompañaba fueron tiroteados. Seguí quedó muerto. Tenía este suceso enorme importancia, no solo por la significación excepcional de la víctima, sino porque, no habiendo duda sobre la calidad de los agresores (aunque, como de costumbre, ninguno fue aprehendido), revelaba el designio de los Sindicatos Libres de no cesar la contienda. El propósito de tomarse cada cual la justicia por su mano o de imponerse a los demás con amenazas de muerte, se expresaba ya antes en escritos y discursos públicamente como si fuera lícito». En marzo de 1923, un manifiesto suscrito por un grupo de obreros reflejaba el mismo ambiente: «De nuevo recibe la ciudad de Barcelona el borrón maléfico del terrorismo, trágica pesadilla del pueblo barcelonés en época no tan lejana. De nuevo las organizaciones proletarias pretenden imponer sus reformas por el sistema del terror. De nuevo los chulos de la ciudad quieren justificar su jornal utilizando como herramienta la pistola y, como trabajo, el asesinato a traición». Cien años después, la figura de Salvador Seguí sigue levantando ampollas. Hace dos años, el Ministerio de Defensa denegó a la CGT que utilizase las instalaciones de La Mola para homenajear al líder anarquista en el centenario de su asesinato. Cuando el sindicato solicitó el permiso, la respuesta fue que la cesión de las instalaciones al Consorcio del Museo Militar de Menorca y Patrimonio Histórico-militar «se hizo con el objetivo de promover el desarrollo y difusión de actividades tendentes al conocimiento y promoción de la historia y cultura, en especial la militar, [...] y se considera que las características del evento no se ajustan a tales objetivos».
  • Lo tiene claro el sabio. « Flavio Belisario fue uno de los generales más brillantes de toda la historia bizantina», explica John Julius Norwich. El presentador e historiador añade que «sus dotes militares eran incuestionables» y que «su valor personal había quedado demostrado una y otra vez» en el campo de batalla. Me gustaría escribir que las declaraciones fueron obtenidas en una entrevista frente al típico café batallero, pero no. Están extraídas de 'Bizancio. Los primeros siglos' (Ático de los Libros) , la traducción al castellano que el mundo editorial le debía al maestro del ensayo histórico. Para el británico, Belisario fue el máximo exponente de la expansión bizantina; ese faro que lideró la política de recuperación del viejo Imperio... Ver Más
  • Hace menos de un mes les contábamos en ABC el hallazgo de dos actas notariales inéditas , manuscritas y autorizadas por Joaquín Costa entre los 40.000 tomos de legajos que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Madrid . Poca gente sabe que el célebre político regeneracionista fue notario en Madrid a finales del siglo XIX y mucho menos conocía estos documentos en los que daba fe del fraude electoral que se estaba produciendo en la época de la Restauración. Con motivo de las elecciones municipales del 12 de mayo de 1895, Costa escribía: «Me conminó a que inmediatamente saliera a la calle. En uso de mi derecho como notario y para cumplir con mis deberes profesionales, he desatendido... Ver Más
  • Días felices, de mar y sal, para Doña Leonor. El pasado domingo 13 de julio , la Princesa dio por finalizado en Marín (Pontevedra) su crucero de instrucción como 'guardiamarina' a bordo del bergantín-goleta Juan Sebastián Elcano. Un viaje de más de medio año que ya replicaron su abuelo, Don Juan Carlos, en 1958, y el actual monarca Felipe VI. Y es que, por muchos años que pasen, desde el siglo XVIII se guarda en España la tradición de que los nuevos marineros –realeza o no– se breguen en la cubierta de un buque escuela como el ya mítico velero de cuatro palos. La creación de los buques escuela tiene su origen hace más de tres siglos. Fue en 1717... Ver Más
  • Si John Ford hubiera nacido en España, hoy día no podríamos disfrutar de títulos como 'Fort Apache', 'Centauros del desierto' o 'El hombre tranquilo'. Esto es así. Pero me hubiera gustado que, aquel yanqui, dominador como nadie del entorno y los grandes espacios naturales, convirtiéndolos en un personaje más de sus cintas, hubiera conocido la gesta del Regimiento Alcántara 14. Sin duda, su famosa trilogía dedicada a la caballería se hubiera convertido en tetralogía. Nadie queda impasible al saber lo que aquellos hombres hicieron en el abrasador verano de 1921. Porque los centauros existen, y son españoles. Es el 22 julio de 1921. El general Silvestre se encuentra en el campamento de Annual con cerca de cinco mil soldados. Las tropas de Abd el-Krim lo tienen rodeado y, ante la escasez de agua y municiones, se ve obligado a replegarse a posiciones más seguras para evitar una nueva derrota. Pero el repliegue no salió como esperaba y cundió el pánico entre los hombres. Ya saben el dicho: «Orden, contraorden; desorden». Aquellos compatriotas, huérfanos de todo mando, pues Silvestre quedó atrás para siempre con los oficiales de su Estado Mayor, buscaban la salvación envueltos en una tormenta de arena y plomo. Imaginen la situación, un estrecho camino de tierra en un barranco, el terrible paso del Izummar. La asfixiante, mortal y opresora atmósfera hubiera quedado perfectamente filmada por nuestro querido director, como bien plasmó en Fort Apache, cuando los de Cochise disparaban a placer desde lo alto de las peñas al regimiento del teniente coronel Owen Thursday, quien, insensatamente, entró en aquel desfiladero pedregoso del desierto californiano. La diferencia es que lo nuestro fue real, y cerca de mil españoles caerían allí para siempre, entre ellos el coronel Manella, jefe del Regimiento de Caballería Cazadores Alcántara 14. Justo a la salida del Izummar, realizando labores de protección, mientras se monta un blocao para el control de la zona, está el teniente coronel Fernando Primo de Rivera con varios escuadrones del Alcántara. Es entonces cuando el maremoto humano se le echa encima. Rápidamente manda llamar a los jefes de escuadrón y el regimiento da protección a la columna que se retira; más presa del pánico que de los rifeños de Abd el-Krim. Ese 22 de julio, antes de las doce del mediodía, empezó la epopeya del Alcántara 14. Los cazadores cumplen con su misión: persiguen a los rifeños apostados en las laderas, suben a la grupa de sus monturas a quienes no pueden caminar y calman con agua la abrasadora sed de las gargantas. En resumen, protegen y auxilian al hermano caído. Aquella triste jornada acaba en Dar Drius con los españoles refugiados en sus muros defensivos, pero el Alcántara continuó con su labor estableciendo un perímetro defensivo, velando así, el sueño de sus compañeros bajo la luna; muchos de ellos no volverían a verla. El 23 amanece con sones de cornetas y cornetines. Tocan Diana Floreada. El Alcántara, los centauros, ya están en marcha. Acometen la protección de la aguada y el crucial apoyo a las columnas que se retiran desde las posiciones cercanas de Chaiff y Ain Kert, acosadas por los rifeños. Se producen las primeras cargas. «Qué bien se han portado los muchachos», dice Fernando Primo de Rivera al general Navarro; ahora jefe de la columna española tras la muerte de Silvestre. Aquellos muchachos, rondan los veinte años, habían llegado al Rif apenas cuatro meses antes. Cuatro meses de instrucción, y a fe que no hacía falta más. No habría descanso para los valientes del Alcántara. Mientras auxiliaban a las columnas en retirada, un convoy de vehículos salió de Drius para evacuar a los heridos en dirección a Melilla. A la altura de las lomas de Dar Azugaj, el enemigo, emboscado, se abalanza sobre ellos. Con el tiempo justo para reaprovisionarse de agua y munición, tras regresar a Drius, el Alcántara parte en socorro del convoy. Hacia la gloria. Al llegar a la zona, el Alcántara se despliega bajo las indicaciones de su líder, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera. Las ametralladoras dan cobertura a los escuadrones que atacan con el sable. Una y otra vez se reagrupan y cargan contra un enemigo parapetado en lo alto de una loma que domina el camino. Nada parece poder detener a los centauros, ni siquiera la muerte. Sus primeras bajas se producen aquí, en Azugaj. Cazar o ser cazado. Y cazan. Tras varios ataques, el enemigo huye o yace inerte en el yermo suelo del Rif. Entonces tocan llamada de oficiales. Hay que reorganizarse, dejar una escuadra para proteger a los cadáveres de los hermanos caídos hasta que puedan mandar carros para recogerlos desde Drius, adonde irán para reaprovisionarse y recibir nuevas órdenes de Navarro. Pero en ese momento sucede lo inesperado: Drius está ardiendo. Navarro ha abandonado la posición y se dirige hacia Melilla, aunque, para llegar hasta allí, tendrán que cruzar el puente del río Igan, donde miles de rifeños los esperan apostados en el cauce seco. Primo de Rivera lo ve claro. Nada conseguirá yendo con Navarro. Sabe que, si no se adelanta y limpia el camino, nadie sobrevivirá. Llama a sus oficiales, da instrucciones, y todos cabalgan nuevamente sobre sus fieles amigos, sobre esos caballos que ya forman un único ser con aquellos. Son centauros. El río Igan los espera. Las dos de la tarde, el calor aprieta, el suelo arde, el aire es irrespirable. A través de las volutas de aire vaporoso que emanan de la tierra, los cazadores perciben la imagen borrosa del puente que atraviesa el río. No pueden ver a los rifeños, pero saben que están ahí. Fernando Primo de Rivera los arenga: «Hoy, nadie nos llamará cobardes». Las cornetas suenan en el desierto. El Alcántara carga; carga una y otra vez, con todo: hombres sanos y heridos, veterinarios, cornetas, médicos, incluso el páter. Todos siguen a su líder. Saben que, en ocasiones, el destino brinda una oportunidad para ser inmortal. Aquel día nadie los llamó cobardes; y nadie lo hará. El Alcántara cumplió con su deber y se sacrificó. Fácil de decir y casi imposible de hacer, salvo para el Alcántara 14. ¡QUÉ PELÍCULA HUBIERA HECHO JOHN FORD! Bajo el ancho cielo del Rif, el catorce regimiento, entre dos luces del alba, formó en orden y silencio. El suelo y aire abrasaban y olía a duelo en el desierto. La dura orden se había dado y sólo se oían los rezos. Y trotaron los jinetes a corazón descubierto, atrás su lejana España, sus amores y sus sueños. Al toque firme de carga, aromas de crin y cuero, con riendas tensas y cortas cargaron hacia al infierno. Y mil veces cargaron para tomar ese cerro, menospreciando a la muerte y masacrando rifeños. bajo ese terrible fuego alazanes del Alcántara que allí en formación cayeron, junto a la sangre vertida de sus nobles caballeros. ¡Qué magníficos soldados! ¡Qué incomparables guerreros! ¡Qué insuperables vasallos huérfanos de gobiernos! Se les exigió morir y todos, todos cumplieron, que elevando así el valor murieron sí, y vencieron. (Jesús Alcanda Bergara)
  • Tan solo tres meses después de que apareciera el primer número de 'Blanco y Negro' –la revista que dio origen a ABC–, este complejo artefacto de barro, motivo de chascarrillos y refranes y objeto de concienzudos estudios científicos, ya estaba ahí, protagonizando los relatos de nuestros primeros redactores. En un artículo publicado el 9 de agosto de 1891, bajo el título de 'Historia de un botijo', se contaban las aventuras y desventuras de uno de estos recipientes. En concreto, uno «abandonado en un vertedero del barrio de las Injurias». Escrito en primera persona, como si fuera el mismo botijo quien lo hubiera redactado, el reportaje ocupaba tres páginas e incluía ilustraciones del célebre artista español Primitivo Carcedo. Comenzaba así: «Nací... Ver Más
  • Hasta su muerte en febrero de 1951, André Gide vivió convencido de que Europa se daría cuenta de los crímenes cometidos por la URSS y los regímenes satélites instaurados por Stalin en el resto del continente: «Tarde o temprano abriréis los ojos, no tendréis más remedio. Os preguntaréis entonces, vosotros, la gente honrada: ¿cómo hemos podido mantenerlos cerrados tanto tiempo?», comentó en 1937. Sin embargo, se podría decir que, aunque solo sea a nivel oficial, tal cosa no ocurrió hasta hacer solo 6 años, cuando la Unión Europea situó oficialmente al comunismo al mismo nivel que el nazismo en lo que al daño provocado a lo largo del siglo XX. En 2019, Bruselas aprobó una resolución en la que se... Ver Más

Información

Justicia
Publicidad:
Cookies user preferences
We use cookies to ensure you to get the best experience on our website. If you decline the use of cookies, this website may not function as expected.
Accept all
Decline all
Read more
Marketing
Set of techniques which have for object the commercial strategy and in particular the market study.
Facebook
Accept
Decline
openx.net
Accept
Decline
Unknown
Unknown
Accept
Decline
Analytics
Tools used to analyze the data to measure the effectiveness of a website and to understand how it works.
Google Analytics
Accept
Decline
Google Analytics
Accept
Decline
Advertisement
If you accept, the ads on the page will be adapted to your preferences.
Google Ad
Accept
Decline
Save